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Un idílico lugar que albergó la niñez y permitió construir sueños y vió desojar margaritas, al copetón que con su pico raudo trasiega por los jardines naturales de nuestro terruño.
Convivir con gorriones y mirlas que nos regalaron sus serenatas de dulces melodías, aún no escritas por nadie, con un entorno de geranios y azucenas que engalanan nuestra estancia.
Donde se tejieron historias de comadrejas rapaces de nidos donde reposan las vidas de futuras avecillas y con su ágil movimiento suben las palmas y pinos llenos de olores floridos.
Cuánto darían muchos niños por gozar de este paisaje que alimentó nuestros sueños y tejió anhelos de vida por grandes caminos a recorrer.
Sólo un Cortijo florido da fuerzas al caballero que anda raudo por caminos, entre hojarascas y espinas, buscando aquello que a veces uno no sabe que se le ha perdido.
minfanteo
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